La inclusión como Pilar

Para que la Universidad de Chile avance en el reencuentro con su propia identidad como universidad pública, nacional y estatal, debe hacerse mucho más inclusiva. Para ello, apostamos por un aumento sostenido en la matrícula, para que cada vez haya mayor espacio en nuestras aulas. La principal universidad pública de Chile no puede ser solo un centro de alto rendimiento para estudiantes aventajados. Lo crucial es que la expansión de la matrícula no necesita conllevar una renuncia a la excelencia. Ello depende, en una altísima medida, de la correcta demarcación de las tareas propias de las escuelas, por un lado, y los departamentos y las demás unidades investigativas, por otro. El ritmo de aumento debe estar marcado por las capacidades logísticas de insertar más estudiantes sin dañar el funcionamiento educativo. Pero se ha de comprender la urgencia de impulsar este proceso. Por más excelentes que seamos, el día que hayamos dejado de tener un vínculo masivo con la ciudadanía nuestra universidad habrá renunciado a ser una universidad nacional y pública.

Por ello, también ha llegado la hora de proponer una modificación al sistema de ingreso a las universidades. El actual sistema, cuyo eje es la PSU, solo perpetúa la segregación socioeconómica. Por cierto, la existencia de una prueba universal de admisión es fundamental, pero ella no puede obstaculizar la tarea de aminorar decisivamente el impacto de las condiciones de desigualdad imperante.